Reinos cristianos

Reino de Asturias (718-924)

El Reino de Asturias fue el primer reino cristiano establecido en la Península Ibérica durante la Reconquista. Fundado por Don Pelayo después de la victoria en la Batalla de Covadonga en 722, el reino se convirtió en un símbolo de resistencia contra la ocupación musulmana.

El Reino de Asturias fue absorbido por el Reino de León en 924 bajo el reinado de Alfonso III el Magno, quien trasladó la capital a León, marcando el fin de Asturias como entidad política independiente.


Reino de León (910-1230)

El Reino de León surgió como una continuación y expansión del Reino de Asturias, convirtiéndose en uno de los reinos más poderosos de la Península Ibérica durante la Alta Edad Media.

En 1230, Fernando III el Santo unió definitivamente los reinos de León y Castilla, formando la poderosa Corona de Castilla.


Reino de Galicia (910-1230)

El Reino de Galicia, originalmente parte del Reino de Asturias, fue gobernado frecuentemente como una entidad asociada al Reino de León, pero mantuvo una identidad única durante su existencia.

Finalmente, Galicia fue unida a la Corona de Castilla en 1230, bajo Fernando III el Santo, marcando el fin de su existencia como reino independiente.


Reino de Navarra (824-1620)

El Reino de Navarra se formó en la región de los Pirineos occidentales, consolidándose como una entidad política notable frente a las incursiones musulmanas y francas.

El Reino de Navarra mantuvo su independencia hasta el siglo XVII, cuando parte del reino fue integrada a Castilla, y la parte transpirenaica fue absorbida por Francia en 1620.


Reino de Aragón (1035-1479)

El Reino de Aragón fue uno de los reinos cristianos más influyentes en la historia medieval de España, comenzando como un territorio otorgado a Ramiro I por su padre, Sancho III el Mayor de Navarra.

El Reino de Aragón se unió con el Condado de Barcelona en 1164, dando lugar a la Corona de Aragón, que mantuvo su importancia hasta su unión con Castilla en 1479.


Reino de Castilla (1037-1479)

El Reino de Castilla comenzó como un condado dependiente del Reino de León, pero pronto emergió como una potencia por derecho propio bajo líderes ambiciosos y valientes.

En 1479, Castilla se unió a Aragón a través del matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, consolidando así la base para la futura unificación de España.






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